miércoles, 7 de marzo de 2012

Deudas, agua y huevos

Diezmos, servicios y alquiler atrasado era mi situación, después de dos años de casado. Sin embargo, continuaba firme en la fe. Conocía las promesas, pero no sabía cómo materializarlas en mi vida. Mi fe era acomodada porque el estómago no reclamaba.
Bien o mal, el pan nuestro de cada día sustentaba nuestra materia. Y yo trabajaba en la esperanza de que un día podría disfrutar de la tierra prometida. Éramos muy felices, fieles a Dios, fieles en la fe, teníamos la conciencia limpia, no vivíamos en pecado, y así, la íbamos pasando. Un jueves, alrededor de las siete de la tarde, llegué a casa. El placer de estar de nuevo con Ester me daba aliento para enfrentar el trabajo aburrido del día siguiente. Sabía que el fin de semana se aproximaba y estaríamos juntos otra vez. Esto compensaba nuestra vidita mediocre.

De repente, el fusible de la indignación se encendió. - Edir, ¿tienes dinero? Mañana necesito hacer las compras e ir al mercado.
- Pero Ester, yo no tengo más dinero, pues ya te di todo lo que tenía. Para ser honesto, todo el dinero que tengo ahora es para el pasaje de ida para el trabajo mañana. Inclusive, ni dinero para volver tengo. Hasta contaba en volver contigo.
- Pero se terminó todo en casa. La heladera está vacía. Sólo hay agua y huevos.
Inmediatamente, se encendió la ira en mí. Me indigné y odié aquella situación. Toda mi sangre hervía. Fue ahí que desperté del sueño religioso y le reclamé a Dios Sus promesas. ¡Absurdo!... Tomé la mano de Ester, agarré la Biblia y fuimos a la habitación. Nos arrodillamos cada uno a un lado de la cama, abrí la Biblia, puse el dedo sobre Malaquías 3:10 y pregunté:

- Señor, ¿esto es verdad o mentira? ¿Tú hablaste eso mismo o es creación humana? ¿Cómo voy a saber? Hace ocho años que Te sigo y siempre oigo que el Señor abriría las ventanas de los cielos, etc. Y hasta ahora sólo oigo hablar. No he visto que suceda nada de eso en la vida de nadie… Ahora mismo estoy en opresión y no tengo a quién recurrir. Si Tú no me respondes, ¿cómo voy a continuar creyendo en Tu Palabra? Perdóname la franqueza, ¿pero esto es o no es verdadero? Tengo la seguridad de que el Señor nos escucha en este momento. Entonces, si esto es verdad, ¡yo quiero una respuesta mañana! Además de eso, Jesús también prometió que, si dos concuerdan al respecto de cualquier cosa que piden, les será concedida por Su Padre… Mateo 18:19
Entonces, ¡cúmplase Tu Palabra!

Al fin de la tarde del día siguiente, feliz de la vida, yo llegaba a casa cargado de compras. Antes de eso, había ido a la iglesia que frecuentaba y entregué mis diezmos atrasados. Desde entonces, nunca más faltó dinero en casa. Y lo que jamás habíamos visto, ventanas abiertas del cielo, hoy, es simplemente extraordinario.
¡El Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, mi Dios, es infinitamente Grande! No sólo en nuestras vidas, sino en la de millones esparcidas por el mundo.
Y todo empezó con una situación crítica que generó una indignación. Con esa experiencia aprendí la gran diferencia entre ser religioso y ser conquistador. Mientras mantenía el rango de hermano, esperaba que mi Padre hiciese llover Sus promesas. Cuando asumí mi fe y partí para todo o nada, o Dios es o no es, me curé de la anemia de la fe religiosa. El hecho es: si en las cosas terrenas se es fracasado, ¿cómo será en las cosas espirituales? ¿Cómo se alcanzará el Reino de los Cielos si no hubo decisión, violencia, fe y arrojo?

“Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?”Jeremías 12:5

Obispo Macedo

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