El texto original, que enseña cómo tomar posesión del
Reino de Dios, dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta
ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo
arrebatan.”Mateo 11:12
En una traducción más suave, el mismo verso dice:
“Desde los días de Juan Bautista hasta ahora,el reino de los cielos es tomado por esfuerzo y los que se esfuerzan seapoderan de él.”
“Desde los días de Juan Bautista hasta ahora,el reino de los cielos es tomado por esfuerzo y los que se esfuerzan seapoderan de él.”
Quien razona nota enseguida la tremenda diferencia
entre el texto original que es difícil, duro y pesado, y la traducción, más
fácil, blanda y suave. El esfuerzo no es suficiente. Lo importante es
apoderarse del Reino de los Cielos. Por lo tanto, los candidatos tienen que
tener conciencia de sus dificultades naturales. ¡Es guerra!
Para apoderarse del Reino de los Cielos es necesario
vencer al reino del infierno. Obligatoriamente hay que vencer. O mejor,
conquistar. El conquistador no es un aventurero y el aventurero no es un
conquistador. Mientras el aventurero intenta, el conquistador conquista. El conquistador
se distingue por su determinación. Su naturaleza es idealista. Obstinado en su
creencia. Perseverante en su fe. Firme y consistente en su posición. La muerte
no lo asusta. Está listo para sacrificar todo por aquello en lo que cree. El
conquistador es obediente. Disciplinado pero violento. No siente pena de hacer
lo que tiene que ser hecho. No hace caso a la opinión ajena. Sus emociones son
siervas de su razón. Ese era el espíritu de Abraham, Josué, Caleb, Jefté, David
y sus tres valientes. El Espíritu de Dios está buscando gente así. El Reino de los Cielos sufre violencia porque sólo los conquistadores se
apoderan de él.
Obispo Macedo
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