¿Cuál fue el gas más oloroso,
más podrido que usted ya olió? Sólo de recordarlo, ¿usted ya siente un ardor en
las narinas y se hace una máscara? (Espero que no haya sido uno de los suyos,
debajo de las sábanas…)
Ahora, multiplique aquel olor
por un millón, y ¿qué resulta? Usted
tiene el gas del diablo. Y si usted estuviera en un cuarto con el diablo y él
soltase un gas (no sé por qué usted estaría en un cuarto con el diablo), ¿qué
haría?
Usted correría fuera de ese cuarto, claro. Usted haría cualquier cosa — cualquier cosa — para no inhalar aquel perfume. Muy bien. Aquí va lo que me gustaría que hiciera de ahora en adelante: trate a la duda como si fuera un gas del diablo.
Usted correría fuera de ese cuarto, claro. Usted haría cualquier cosa — cualquier cosa — para no inhalar aquel perfume. Muy bien. Aquí va lo que me gustaría que hiciera de ahora en adelante: trate a la duda como si fuera un gas del diablo.
Cada vez que una duda venga a
su mente, usted reaccionará como si estuviera en un cuarto con el diablo y él
hubiera lanzado un gas. Usted
huirá de allí — de esa duda — lo más rápido posible. La duda es una de las
principales razones de los fracasos de las personas. Es lo
que hace que heder sus planes y le da a sus decisiones (si es que logra
tomarlas) un perfume horrible.
No se olvide de eso: duda = gas
del diablo
Y le voy a decir una cosa: no
es nada gracioso.
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